
La personalización en la automoción, especialmente con el color, ha llegado también a una de las partes más visibles de los vehículos: las llantas. Así, son muchos los conductores que, especialmente con las de aluminio, acuden a los talleres de reparación para solicitar una reparación y/o repintado de este componente.
Sin embargo, la personalización no es el único motivo por el que un cliente puede solicitar un ‘lavado de cara’ de las llantas de su coche. A nadie se le escapa que las ruedas están muy expuestas a numerosos contaminantes que contribuyen a que se recubran de suciedad y sufran desperfectos.
De esta forma, un mantenimiento efectivo de las llantas pasa por mantenerlas limpias y pintarlas regularmente. Esto no es solamente una cuestión estética, ya que pintar las llantas del coche mantiene a raya el óxido y otras posibles agresiones que pueden acabar con ellas.
Repintado de llantas de acero
A pesar del auge de las llantas de aluminio, las de acero siguen muy presentes en la mayoría de vehículos del parque automovilístico. Aunque están hechas de un material resistente, también debe ser mantenido, por lo que pintar estas llantas de forma periódica es más que aconsejable.
El proceso de pintado de llantas comienza, como cualquier operación de pintado, limpiando con desengrasante toda la superficie y lijándola a conciencia para eliminar restos e incrustaciones. Para su eliminación —especialmente en las de aluminio— es necesario usar detergentes químicos específicos, con especial precaución al manipularlos, ya que son productos muy agresivos.
En cuanto al lijado, la diferencia fundamental con esta misma operación en otras piezas del vehículo radica en la forma y geometría de las llantas, ya que suelen presentar formas con muy pocas zonas planas y muchos recovecos y ángulos. Esto provoca que el lijado sea casi exclusivamente manual, lo que obligará al pintor a prestar especial atención para asegurar la calidad del lijado, base de todas las operaciones de pintado posteriores.
Antes del lijado, se enmascaran las zonas de la llanta que no se van a pintar y las partes del neumático que puedan verse dañadas por la proximidad a las zonas a lijar. A continuación, se aplican dos capas de la pintura elegida: la primera más fina para servir de base a la segunda. Cuando estas dos manos estén secas, se procede a aplicar una tercera capa más gruesa que las anteriores dejándola secar para terminar el proceso.
Repintado de llantas de aluminio
El uso cada vez más extendido de las llantas de aluminio, paralelamente al incremento de su coste, ha provocado que actualmente su reparación sea contemplada como alternativa a la sustitución, con el consiguiente ahorro de costes para el cliente. Además, cada vez son más los talleres que cuentan con útiles y herramientas específicas para realizar este trabajo de reparación y pintado de llantas de aluminio, si bien otros únicamente se centran en el repintado.
Y es que las llantas de aluminio, más ‘delicadas’ que las de acero, están más expuestas a todo tipo de daños estéticos: pequeñas pérdidas de material, arañazos, roces... Además, sus condiciones de trabajo, expuestas a todo tipo de agentes externos como lluvia, nieve, alquitranes, barros, gravillas, el polvo generado por el uso y desgaste de las pastillas de freno…, ocasionan pérdidas de brillo, oscurecimientos o la degradación rápida del color.
Esto obliga a realizar un proceso de pintado adecuado para devolver a la llanta dañada su estado original, además de proporcionar resistencia y durabilidad frente a nuevas agresiones físicas o químicas.
¿Cómo actuar en la llanta de aluminio?
Una vez efectuada la limpieza de la llanta, se lijan las zonas dañadas se puede realizar con abrasivo P150, y lijadora excéntrico-rotativa, en las zonas planas o de fácil acceso, y lijado manual, en las de difícil accesibilidad. Así, se eliminan los arañazos poco profundos, al tiempo que se localizan y suprimen rebabas o sobrantes de las zonas con pérdida de material. Seguidamente, se limpia y desengrasa de nuevo.
Mientras, las zonas con pérdida de material o arañazos profundos hay que rellenarlas con un aporte de masilla específica para aluminio. Si no se dispone de ello, hay que aplicar una imprimación epoxídica, previamente a la masilla, para garantizar la adherencia.
Después, y antes de aplicar el aparejo, debe enmascararse meticulosamente el neumático y las zonas internas de la llanta para evitar posibles pulverizaciones de los productos. Se prestará especial atención a las partes que no deben ser pintadas, como el asiento de los tornillos y la zona de contacto del neumático.
En cuanto al aparejo, que suele ser gris para favorecer la cubrición del color de acabado, debe ser lijado tras su aplicación (con abrasivos P400-P500 a máquina, con órbita 3, alternando con lijado manual en las zonas de acceso limitado). Después, tras una nueva limpieza y desengrasado, se enmascara, como paso final previo a la aplicación de color.
Una vez localizado el color adecuado, se prepara y aplica sobre la llanta con pistola aerográfica, siguiendo las recomendaciones del fabricante de pintura, o con el spray correspondiente al tono elegido. El proceso se completa con barniz de acabado para obtener resistencia, dureza y brillo.
Pintado parcial o completo
Dependiendo de la superficie dañada que presente la llanta, los procesos consistirán en un pintado parcial, para pequeños daños localizados, o en uno completo.
Así, el pintado parcial será la opción para pequeños daños localizados, que permiten un control total y delimitado de la reparación y pintado de la llanta, contando con los límites naturales que ofrece su forma, sin necesidad de un pintado completo.
Como son reparaciones localizadas, en ocasiones se evita el montaje y desmontaje del neumático. Eso sí, hay que realizar un enmascarado perfecto para proteger las zonas de las ruedas que no van a ser pintadas: gomas, superficie no dañada de la llanta, huecos de los radios, etc.
Por su parte, el pintado completo de la llanta conlleva, normalmente, el desmontaje de la rueda, además del desinflado y destalonado del neumático, lo que permite acceder al perfil de la llanta y al enmascarado de la goma para evitar que se dañe.
¿Spray o pistola aerográfica?
Tanto para el pintado parcial como completo existen en el mercado dos técnicas que ya hemos comentado: aplicación de pintura en spray y la convencional con pistola aerográfica.
La principal ventaja de la primera es que sólo se usa la cantidad necesaria de pintura —con lo que no se generan residuos de pintura en cada aplicación—; ahorra tiempos de mezcla y elimina los trabajos de limpieza de los equipos.
Por el contrario, su mayor inconveniente es la limitación de colores de acabado existentes, por lo que, en ocasiones, la actuación sobre una única llanta puede provocar diferencias de acabado con el resto de llantas del vehículo.
Mientras, la ventaja principal de emplear pistola aerográfica es la analogía con el resto de procesos de pintado en el taller, con lo que el pintor no necesita equipos ni materiales adicionales a los habituales.
Como inconveniente, tendríamos que, si comparamos el proceso con el pintado en spray, se debe emplear más tiempo debido a las operaciones de preparación de los productos de pintado y a la limpieza de los equipos.