Defectos de repintado: qué es y cómo evitar la decoloración imagen

Productividad y eficiencia son dos términos que conocen perfectamente los profesionales del taller, también los especialistas en el repintado de vehículos. En ocasiones, por nuestra intención de ser productivos podemos no llegar a ser ni eficaces ni eficientes si cometemos errores que provoquen la aparición de defectos de repintado. Estos fallos son grandes enemigos de la productividad, ya que nos obligarán a emplear más tiempo del inicialmente previsto para esa intervención.

Ya hemos comentado en numerosas ocasiones en El Blog del Pintor que es fundamental en nuestro trabajo diario ser muy meticulosos —que no significa ser lentos— en cada uno de los pasos que debemos dar para reparar un problema en la carrocería de cada uno de los vehículos que eligen nuestro taller.

Y es que un trabajo mal ejecutado afecta tanto a la productividad como a la rentabilidad del taller e, incluso, a nuestra reputación (como profesional y como taller) y a la propia satisfacción del cliente. No en vano, si no somos minuciosos en nuestro obligado repaso final antes de entregar el vehículo con el objetivo de detectar defectos en el repintado, supondrá devolver un coche mal reparado, lo que provocará una mala impresión en nuestro cliente.

De este modo, si el cliente detecta el fallo esto causará su (lógico) enfado y nos reclamará que repitamos el trabajo —afectando tanto a nuestra productividad como a nuestra rentabilidad—. Eso, por no hablar de la posibilidad de haber perdido un cliente, quizás, para siempre.

Qué es la decoloración y cómo evitarla

Un defecto no poco habitual en el taller especialista en reparación de carrocería es la aparición de manchas por decoloración o ‘descolorido’. Este fallo es muy similar al sangrado, que ya vimos con anterioridad. Ambos consisten en alteraciones del color de la pintura de acabado más o menos extensas. Uno y otro tienen su origen en la interferencia que puede producirse entre la pintura de acabado y las de preparación.

La decoloración suele presentarse como un color amarillento o rojizo que aparece en las superficies correspondientes a las áreas enmasilladas y se produce por una excesiva cantidad de catalizador incorporado a la masilla de poliéster (excesiva cantidad de peróxido en la mezcla de la masilla), cuyo exceso llega a alterar los pigmentos de la pintura de acabado, modificando su color generalmente hacia tonos amarillos.

La forma de evitar la aparición de decoloraciones en nuestro trabajo de repintado pasa por preparar la masilla de poliéster con la cantidad justa de catalizador, no sobrepasando nunca el máximo recomendado por su fabricante (leer antes de nada la ficha técnica del producto es fundamental). En este sentido, una buena opción puede ser utilizar una máquina dosificadora para mezclar la masilla o, en su defecto, poner especial cuidado al calcular y medir la cantidad de peróxido.

Y en el caso de que aparezcan estas decoloraciones en la reparación realizada, será necesario el lijado de las capas de pintura hasta alcanzar la superficie enmasillada. Después, deberemos aislar con un aparejo de naturaleza epoxi y repintar.

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