
La reparación de carrocerías es un proceso más complejo de lo que parece. Para que un cliente pueda disfrutar de su vehículo reparado, sin rastro del daño que lo llevó al taller, los especialistas en chapa y pintura tienen que llevar a cabo un buen número de trabajos diferentes. Y todo, para conseguir acabados perfectos, que ‘escondan’ que la pieza o piezas dañadas han sido sustituidas o reparadas.
Estos trabajos van desde la exacta identificación del color de la pintura del vehículo, hasta la aplicación de la última capa de barniz, pasando por la preparación y aplicación de imprimaciones, masillas, aparejos... No obstante, ¿cuál de todos estos trabajos requiere más tiempo al pintor? Pues aunque no lo parezca a priori, el mayor tiempo de trabajo seguramente se lo llevan los procesos de lijado.
¿Por qué es necesario el lijado en el repintado?
La necesidad del lijado en el repintado de vehículos viene dada por tres requerimientos: potenciar la adherencia para el mejor agarre de la pintura; nivelar las superficies afectadas por reparaciones; y para eliminar óxido, puntos de soldadura… incluso, defectos del acabado.
Adherencia de la pintura
Para aplicar pintura sobre cualquier superficie, y garantizar su perfecta adherencia, es necesario que la superficie tenga una rugosidad específica, que dependerá del tipo de pintura a aplicar después y del material sobre el que deba aplicarse esa pintura. Así, sobre una superficie completamente pulida, difícilmente se adherirá ninguna pintura.
De este modo, es necesario preparar la superficie a pintar para potenciar la adherencia de la pintura. Y la forma más práctica y accesible para el taller es mediante el lijado de esa superficie.
En toda superficie a pintar que no tenga suficiente poder mordiente — capacidad de la pintura para que se adhiera una capa posterior sobre ella—, se hace imprescindible ese lijado hasta llegar al grado óptimo de rugosidad de la superficie, como sucede con el recubrimiento de cataforesis de las piezas nuevas, los aparejos aplicados sobre las zonas reparadas y soldadas que constituirán la base para la pintura de acabado, y en general, cualquier pintura completamente seca y endurecida, y que, por tanto ha perdido ese poder mordiente.
Dicho poder mordiente es ‘aprovechado’ de forma habitual en el repintado, por ejemplo, cuando se tienen que aplicar varias capas de pintura. A esos procesos de pintado en los que no es preciso lijar para potenciar la adherencia de una capa posterior se suelen denominar procesos de pintado “húmedo sobre húmedo”, o con las siglas “H/H” o “W/W” (del inglés ‘wet on wet’), pues la superficie base no está completamente ‘curada’.
Cuando el lijado de una superficie busca la adherencia de la capa siguiente de pintura, el grado de lijado no puede ser cualquiera. Si es demasiado fino, no se mejorará la adherencia. Y si es demasiado basto, la pintura aplicada no cubrirá las marcas de lijado y el resultado será insatisfactorio.
El grado óptimo de grosor de lijado viene determinado por el tipo de pintura que se vaya a aplicar. En general, el factor clave es el espesor de la película de pintura que se aplique: cuanto menor sea
ese espesor, más fino debe ser el lijado.
Nivelación de superficies
En el repintado de vehículos también es necesario ajustar los niveles superficiales de las zonas dañadas
tras la reparación de la chapa, para lo cual se emplean fundamentalmente dos tipos de pinturas con capacidad de relleno: aparejos y masillas, proporcionando espesores de 100 a 300 micras en el caso de los primeros, y mayores en el de las masillas.
Para restituir la configuración de las piezas reparadas, hay que retirar el exceso de pinturas de
relleno aplicadas, y esto se hace también mediante el lijado. Con este lijado, el pintor va ‘esculpiendo’ la forma original de la pieza, teniendo en cuenta que al final del proceso, el grado de lijado debe permitir la adherencia de la siguiente capa de pintura sin que queden visibles las marcas de lijado.
La importancia del lijado: los abrasivos
El lijado es esencial no sólo por las funciones que cumple, sino también por el tiempo que es preciso invertir en esta operación. Por ello, el profesional debe conocer y controlar todos los elementos que influyen en estas operaciones: productos, equipos y proceso de trabajo…, para evitar trabajos innecesarios, y consumos excesivos de productos y de tiempo, que afecten a la rentabilidad.
En este sentido, juegan un papel clave los elementos utilizados para el lijado: lijadoras y lijas (abrasivos). Sobre los abrasivos, podemos clasificarlos en tres tipos flexibles (lijas), tridimensionales (almohadillas o esponjas abrasivas) y líquidos. Como siempre recomendamos en el blog de PPG, es fundamental usar abrasivos de calidad, que mantengan un productivo poder de corte toda su vida útil, y permitan una buena aspiración del polvo producido en el lijado.
Los abrasivos se componen de granos (de mineral o sintéticos) con unas propiedades determinadas de dureza y tenacidad. Sin embargo, el acabado que se logra depende entre otros factores del tamaño de grano que se esté utilizando.
Para regular los procesos de lijado, los fabricantes producen abrasivos con una granulometría estándar establecida por la FEPA (Federación Europea de Productos Abrasivos). Una granulometría que se establece en una escala numérica precedida de la letra P y que indica el tamaño del grano de mineral que se emplea.
Esta numeración, que va desde el P16 al P1200 (en los minerales), indica el tamaño del grano, siendo éste inversamente proporcional al valor numérico. Así, los granos de menor numeración son los de mayor tamaño y se utilizan para trabajos más agresivos.
En cambio, los granos más finos, de P1500 en adelante, (sintéticos), se emplean para eliminar defectos del repintado o para el matizado y posterior pulido.
En este sentido, la gama de anexos Bodyline de PPG ofrece al taller una amplia variedad de productos (abrasivos, selladores y adhesivos, para enmascarado, pulido y otros consumibles) con unas destacadas ventajas competitivas.
Los discos abrasivos Airmax, por ejemplo, permiten una mayor extracción de polvo, un rendimiento de mayor duración comprobado, una eliminación excelente del material y un material de rejilla con soporte de velcro, que garantiza que el producto se adapte a cualquier plato de lijado y con una flexibilidad excepcional.